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Vienes y vas.

Pasa el tiempo. Y hay días buenos y días malos. Hay días sencillos y los hay complicados. Hay días que transcurren entre sonrisas y hay días que los dolores de cabeza vuelven y se encajan en la sien. Y han pasado muchas cosas. O tal vez no, tal vez ha sido poco lo que ha pasado, todo depende del contexto. Pero ahí siempre estás tú. Agazapada entre los pensamientos. Te asomas de vez en cuando y de vez en cuando incluso puedo oír tu voz. En las mañanas eres el primer pensamiento y dependiendo del transcurso del día, vienes y vas, vuelves y te quedas o solamente guiñas un ojo te paseas por ahí. En mis pensamientos. Vienes, vuelves y vas. Y así transcurren los días y así corre el tiempo. Vienes, vas. Pasa el tiempo y me imagino que nunca de mis pensamientos te irás.

Terceros

A veces hablamos de nosotros mismos como si se tratara de alguien más. Algún conocido, algún tipo que de vez en cuando te tocas por ahí. Exactamente, ese sujeto que a veces salidas, das los buenos días y amablemente asientes con la cabeza, validando su existencia en el mundo. Un tipo que en ciertas ocasiones, te paras a ver. Paras por unos minutos tu rutina diaria y solamente observas, escudriñas, analizas y juzgas sus desventuras. Así, a lo lejos. Porque es un tipo cualquiera, uno que de alguna manera conoces pero es demasiado insignificante como para dedicarle algún tiempo de manera intencional. No, es solo por mera casualidad, así como por accidente. Y lo observas, conoces su actuar, conoces lo que dice, lo que piensa, lo que dice. Conoces sus anhelos y sus penas. Su dolor, su furia y su vergüenza. Pero lo ves desde lejos. Y cuentas su vida. Desde lejos. Porque es otra persona. Y su vida no te afecta. Te divierte incluso su dolor. Te causa gracia lo patético que es. Pero él eres tú.

Te extraño

No hay día en que no piense en tí. Todos los días, en la mañana, a mediodía y al atardecer. En la noche. Y las noches son lo peor. Todos los días pienso en tí. Todos los días y a cada momento te extraño. Te extraño como no tienes idea. Extraño escucharte. Extraño leerte. Extraño observarte. Te extraño hoy, te extrañé ayer. Y te extrañaré mañana. Y al día siguiente también.

Para siempre.

Amé haber estado ahí. Contigo. Ser parte de tí. Adoré que mostraras tu alma. abrieras tu corazón. Me uniste a tu ser. Fui parte de tí. Me enseñaste a amar y me enseñaste a ser amado. Y fui afortunado de que posaras tu atención en mí. Duró lo que tuvo que durar  Lo necesario. Lo suficiente. Y me dejaste tu luz. Y tus sonrisas. Y tu mirada  Y te amo y así será para siempre. Ya sea estés o no estés. Para siempre. Para siempre.

Yo en tí.

Pienso que llegué a tu vida en un momento vulnerable para tí. Pienso que mi misión en tu vida fue acompañarte en ciertos momentos; distraerte un poco de situaciones complicadas para cualquier otro ser humano común y tú como eres todo menos común, las situaciones de tu vida son poco menos que extraordinarias. Pienso que mi misión en tu vida fue la de distraerte un poco en lo que te acercabas a la grandeza. Acompañarte en el camino a donde solo tú sabes donde llegarías. Tal vez ser un ensayo en lo que llegaba a ti el verdadero amor de tu vida. Y eso es lindo. Y está bien. Y fue un honor haber estado el tiempo que pude estar.

Hola, ¿Estas ahí?

 Me gustaría saber si aún tienes ese hábito de dormir en la madrugada y no hablar con nadie al despertar si no has bebido café. Me gustaría saber como están tus gatos; si el más grande está tranquilo. Me gustaría escuchar tu voz. Me gustaría saber en que piensas, cuales son esos libros que leíste últimamente y como va tu rutina de ejercicios. Me gustaría saber si aún vives en donde estabas o si por fin regresaste a tu patria. Me gustaría mucho volver a oír tu voz. Me gustaría saber si algún día leerás lo que escribí aquí.