Terceros

A veces hablamos de nosotros mismos como si se tratara de alguien más.
Algún conocido, algún tipo que de vez en cuando te tocas por ahí. Exactamente, ese sujeto que a veces salidas, das los buenos días y amablemente asientes con la cabeza, validando su existencia en el mundo.

Un tipo que en ciertas ocasiones, te paras a ver. Paras por unos minutos tu rutina diaria y solamente observas, escudriñas, analizas y juzgas sus desventuras.

Así, a lo lejos.

Porque es un tipo cualquiera, uno que de alguna manera conoces pero es demasiado insignificante como para dedicarle algún tiempo de manera intencional. No, es solo por mera casualidad, así como por accidente.

Y lo observas, conoces su actuar, conoces lo que dice, lo que piensa, lo que dice.
Conoces sus anhelos y sus penas. Su dolor, su furia y su vergüenza.

Pero lo ves desde lejos.
Y cuentas su vida.
Desde lejos.
Porque es otra persona.
Y su vida no te afecta.
Te divierte incluso su dolor.
Te causa gracia lo patético que es.

Pero él eres tú.

Pero no.

Por eso lo ves como un tercero.
Por eso hablas de él como alguien más.

Y así su dolor no es tu dolor.
Así su pena se queda con él.
Su furia.
Su vergüenza.

Y entonces hablas en tercera persona de ti.
Porque así te alejas del él.

Pero él eres tú 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Vienes y vas.

Te extraño

Para siempre.